jueves, 23 de abril de 2009

La Celeste, los netbooks y el fiscal, en ningún orden

Últimamente me he acordado mucho de una canción ochentera de una rockera argentina, Celeste Carvallo que decía algo como "Eees la vida que me alcanzaaa....."

Así es, gente. La vida me alcanza, ya no es que me pise los talones, me alcanza y hasta me está pasando. Demasiadas cosas, demasiado rápido, y demasiado complicadas la mayoría. ¿Baja en algún momento la intensidad? Porque unos 20 o 25 años más a este ritmo....ni siquiera los imagino, no alcanzo!!

Creo que necesito uno de esos netbooks chiquititos que salieron ahora, para poder escribir mis entradas cuando se me ocurren, porque en ese momento, claro, son geniales. Pero cuando llego al final de la jornada a mi casa y después de mucho logro sentarme a escribir, ya he perdido el hilo de la genial idea que se me había ocurrido para compartir en el blog. Y todavía estoy maldiciendo a los malditos (valga la redundancia) que me robaron mi notebook, a ellos y toda su descendencia, que es como me han dicho que se debe maldecir, porque aunque pesaba casi dos kilos -prehistórico el pobre- igual me permitía mucha más movilidad y sobre todo, que no se me olvidaran las ideas. Aunque más que ideas, es como un monólogo constante que llevo en la cabeza (psicólogos y psiquiatras abstenerse, por favor) y que con vanidad humana pienso que le podría interesar a alguien.

Hoy el noticiero me dio motivos para reir con ganas, aunque en rigor es más bien para llorar: un fiscal de la república a quien le celebran el cumpleaños en la oficina, con bailarinas árabes y tragos, en horario de trabajo, previa expulsión del público que esperaba ser atendido. O sea: estamos hablando de gente con problemas judiciales, mayores o menores, pero que está allí para encontrar ¡justicia! y se encuentra con la fiesta de cumpleaños del sr. fiscal a la cual obviamente, ellos no están invitados...Él comenta sin que se le mueva un músculo de su pétrea cara, que hay que esperar los resultados de la investigación para esclarecer cómo ocurrieron los hechos..... ¿Es necesario agregar algo? De esto también se compone Chile. Suspiro. Lágrima. Risa. Vergüenza.

lunes, 16 de febrero de 2009

¡¿Uno al mes?!

OK. Debo ser la bloggera más lenta de toda la web. Aparentemente mi ritmo de publicación es uno al mes. Pero yendo al punto:....¡sobreviví enero! ¡y al evento internacional que estaba organizando en mi trabajo! Contra todo pronóstico, salió todo impecable, aunque dejamos sangre, sudor y lágrimas en el camino. Pero valió la pena, porque luego llegó febrero y las vacaciones, y ahora tengo a mis preciosas visitas anunciadas conmigo.

Sin embargo, a pesar de la inmensa alegría de verlas, no puedo evitar que me invada una angustiosa sensación similar a la que te asaltaba en tiempos del colegio los domingos en la tarde, cuando no habías hecho la tarea, o no habías estudiado para la prueba, o no habías comprado los materiales que debías llevar, o simplemente no habías lavado la blusa del uniforme....esa sensación de tiempo que se acaba, de plazo que se cumple inexorablemente. Como lo dijo un amigo un día en nuestra casa, con un certero suspiro entre melancólico y resignado: "¡Se nos fue el domingo!"

Sí: es el final del verano, que en Chile al menos, tiene un ciclo bien definido y marcado por hitos - (¿o ritos?) colectivos. Pasada la euforia y la fiebre consumista de diciembre, todos queremos salir a "veranear" a la playa o el campo; los más acomodados, a Brasil o al Caribe, o tan lejos como los lleven sus bolsillos. Mientras tanto, un Santiago convenientemente semi-vacío, se pone inteligente y lindo, y se ilumina con el Festival de Teatro a Mil, y con diversas y sucesivas muestras o festivales de cine, el de documentales de la U.Católica; festivales de danza, de jazz, ferias del libro, nuevo y usado; de todo...Tiene un toque como intelectual enero en Santiago; pero ya promediando febrero, ¡prepararse! que se viene el Festival de Viña. Y éste sí que es el rito veraniego por excelencia, el más ruidoso, omnipresente, banal y escandaloso. De éste no se salva nadie, estará en los diarios, en las radios, en los matinales de TV, en los programas de recuerdos (para colmo este años cumple 50 años)....en todas las conversaciones y en todos los rincones. Y donde uno esté, ya sea en una cabañita en la playa, en la casa de la mamá en el pueblo, o en su propia casa cocinándose en Santiago, ahí estará, pegado a la tele, odiando el Festival o amándolo, pero viéndolo de todas formas, o al menos hablando de él.

Mientras tanto, silenciosamente se prepara en las grandes tiendas y supermercados una nueva vuelta de página colectiva: aparecen repentinamente las hileras ordenadas de uniformes escolares azules y grises y las últimas tendencias en útiles escolares. Uno que otro texto. Así se da oficialmente inicio al verdadero año hábil o laboral chileno, alrededor de la primera semana marzo; es nuestro equivalente a la vuelta de carnaval, con un ánimo que oscila entre restos de euforia y resaca, y una imprecisa depresión que anuncia la cercanía del invierno, la vuelta al encierro, a mirarse las caras, a bancarse una no siempre cómoda intimidad en familia.

No creo que sea casual que, junto con ello, me entren deseos de volar y vivir como ave migratoria, de los veranos australes a los boreales y viceversa. Tal vez lo intente cuando me crezcan alas.

sábado, 17 de enero de 2009

2009 + 17

Ya llegamos al día 17 de este nuevo año y a pesar de todas las resoluciones de año nuevo, aquí estoy metida en la misma máquina de moler carne....como todos los años, me propuse trabajar menos, darme más espacio propio, hacer ejercicios, tomar clases de una u otra cosa para socilaizar más, y cosas por el estilo. Pero de alguna manera, siempre hay una coyuntura, una emergencia, un "incendio" que apagar y todo queda relegado a un después algo nebuloso, que nunca se sabe cuándo llegará...

...Para empeorar las cosas, Santiago se empieza a parecer a la caldera del diablo, con temperaturas superiores a 30 grados y muy poquita humedad. Esto normalmente me encantaría ¡¡¡si estuviera en la playa!!!...o en algún lugar similar, de vacaciones y sin nada más que hacer que mojar las patitas en el agua y dormir, leer, escuchar música y volver a dormir, leer, etc... Pero en Santiago esta temperatura como que se duplica y llega a ser sofocante. ¿Será por eso que la gente anda tan idiota? Cada día me parecen más desagradables y maleducados los santiaguinos, especialmente cuando viajo y puedo compararlos con otros habitantes de ciudades tanto o más grandes que Santiago. Es como si nos hubiéramos especializado en elegir los peores aspectos de la modernidad y el desarrollo y nos empeñáramos en perfeccionarlos a niveles increíbles. De verdad me pregunto dónde se fue la buena onda de la gente.

Y eso que está entretenido este verano en Santiago, está pasando de todo, festivales de teatro, de cine , de jazz...y muchas manifestaciones de solidaridad con Palestina, que si bien no tienen una gran incidencia, al menos dejan sentado "for the record", que no todos nos callamos, que no todos miramos para otro lado, que a muchos sí nos importa.

En fin, espero terminar enero con alguna dignidad, o de preferencia, con la satisfacción del trabajo bien hecho....Y salir de vacaciones....Estoy esperando a personas muy especiales que vendrán a visitarnos en febrero...!!!!

lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Lo dicho!

Bueno señoras y señores, mi pataleta sobre la invisibilidad ha quedado plenamente respaldada por el hecho de que en un mes y medio no hubo ni-un-solo-comentario.....¡ni una visita!!! O sea, si nadie te ve en Internet, ¿dónde se supone que te vean?

En todo caso, entre la fecha de mi debut cibernético hasta hoy, han pasado: mi cumpleaños, la graduación de mi hija en el colegio, la navidad...y desde hace un par de días, el vergonzoso bombardeo israelí sobre la franja de Gaza.

Me entristece y me enfurece a la vez, la situación del pueblo palestino pero, por sobre todo, me indigna la impavidez de la gente, de los medios, de los líderes, de los organismos internacionales ante tamaña agresión y abuso. Me niego a aceptar que las acciones aisladas de facciones radicales de Hamas puedan justificar la matanza de civiles y especialmente, de niños y el terror inflingido a miles de personas que sólo tratan de seguir adelante con sus vidas.

Por otro lado hay que reconocer que su timing es perfecto, ya que entre Navidad y Año Nuevo los ojos, mentes y corazones del mundo están realmente muy lejos de hechos como el que comento: circulan por el planeta miles de millones de saludos, tanto virtuales como de papel, con frases como "Paz y Amor en Navidad" o "Paz y Prosperidad en el Nuevo Año"....¡qué ironía o qué cinismo! En esos mismos momentos caen bombas mortíferas sobre los niños de Gaza.

Bien lo dijo un sabio que lo único que no tiene límites, es la estupidez humana.

sábado, 8 de noviembre de 2008

La mujer menguante

Llevo como un mes tratando de crear este blog. Le he cambiado mil veces el diseño, los colores, el título, he creado y eliminado entradas sin publicarlas, en fin, que luego de haber decidido exponerme al universo internet como que no me atrevo y me pregunto ¿en qué diablos me metí? Pero estoy empeñada y ahí voy.
Esta es la cuestión: mis padres deben haber tenido como 28 años cuando yo nací y siendo todavía chica, escuchaba a mi papá decir mitad en broma mitad en serio, que cuando cumpliera 50 se pegaría un tiro porque la vejez era lo peor (usaba otras palabras, créanme). Hoy tiene como 82 y sigue rabiando contra la vejez. Mi mamá por su parte siempre se negó a envejecer. Hasta bien pasados los 75 se teñía el pelo, se maquillaba, e intentaba con pasión eliminar cualquier huella de envejecimiento en su cara o cuerpo. Supe de una cirugía estética que se hizo ¡a los 36 años! y esto en una época en que todavía no existía Dr. 90210. Yo -como solemos hacer los hijos- renegaba de estos afanes de mis padres por eternizar su juventud y me juraba "envejecer con dignidad", una pelotudez magnífica y sólo atribuible a mi estúpida arrogancia juvenil.
Y aquí estoy, a mediados de la quinta década, sintiéndome como aquel tipo de una novelita que leí en la adolescencia ("El Hombre Menguante", no recuerdo el autor), que por alguna razón que no viene al caso se empezaba a achicar hasta casi desaparecer. O sea, estoy sintiendo que desaparezco de a poquito. Y por eso pensé, bueno, tal vez si lo digo en voz lo suficientemente alta en la vitrina más universal que existe -Internet- pueda revertir esta maldición que es envejecer, o al menos, satisfacer mi más elemental derecho al pataleo.
No me malinterpreten: Reconozco que el paso de los años tiene sus beneficios, principalmente la experiencia, pero seamos francos. A la hora de competir por un empleo ¿te ha pasado que valoren más tu experiencia que la 'buena presencia', 'dinamismo' u otros atributos de personas -obviamente- menores? Tu experiencia ¿te ha servido para que alguno de tus hijos, amigos o pareja no repita los mismos errores que tú, o éstos han defendido a capa y espada su derecho a cometer sus propios errores? Con todo, no estoy muy segura si cambiaría mi experiencia por el cuerpo y la alegría de vivir que tenía a los 25 ó los 30....¿o sí?